jueves, 27 de marzo de 2014

Snapchat como un avatar de los problemas de privacidad del Internet

Mi opinión hacía la privacidad en Internet es que es algo completamente inexistente. Esto, sobre todo, por dos puntos esenciales. El primero, pues, aún en chats privados, o páginas que piden contraseña para poder verse, siempre está la oportunidad de grabar conversaciones, o tomar screengrabs de la pantalla. Y, en segundo, pues toda la información, y ahora sí, toda, está guardada en servidores, los necesita para existir, y, por esto mismo, puede ser visto por un sinnúmero de otras personas, ya sea de la empresa misma, o del gobierno.

Si me pidieran que diera un ejemplo, una página, aplicación, o cualquier cosa en el que se pueda fácilmente observar esta teoría, yo les apuntaría hacía Snapchat. 

Esta aplicación tan utilizada, ya que te da la oportunidad de mandar mensajes que se eliminan después de hasta diez segundos, es, a mi parecer, un avatar , en el sentido en el es "una encarnación de una deidad, un jugador, en el mundo online" (Britt, 2006). Es decir, una representación en pequeño del fenómeno mucho más grande.
La criatura del logo es tan irreal como sus promesas de privacidad
La interfaz parece bastante sencilla.

Puede que esto no parezca demasiado grave al principio, sin embargo, al considerar el uso que ha adoptado, o al menos que se cree, el de sexting. "Un estudio de 2012, de más de 600 alumnos de preparatorias privadas, revelaron que casi un veinte por ciento habían hecho sexting por medio de celulares" (Poltasho, 2013).
El público que lo utiliza es, mayoritariamente, joven
Y es que la privacidad, o falta de la misma, se basa, como lo hace en general la misma en todo el Internet, en el engaño, de parte de los participantes y de los creadores. "La compañía borra todos los videos o fotos de sus servidores una vez que el contenido ha sido visto" (Poltash, 2013).

Ésta es más una estrategia de mercado que una realidad, esto pues, como lo explica su política de privacidad: "Aunque tratamos de borrar toda imagen lo antes posible, después de haberse abierto por el receptor [...] no podemos garantizar que el contenido se borre en todos los casos" (Snapchat, 2013 en Poltash, 2013). 
Como lo dice Scheiner (2013) en su artículo de CNN: "En el peor de los casos, la naturaleza efímera es falsa".
Esto del lado de los creadores, del lado de los usuarios es un asunto bastante distinto. "Snapchat, desafortunadamente, no puede asegurarse que los usuarios que reciban las imágenes no puedan utilizar las capacidades de captura de pantalla para guardar estas fotografías" (Kotfila, 2014). Poco puede hacer el que mandó el mensaje, al momento en el que le llega una notificación que el otro tomó un screengrab. 


El "intercambio casual de imágenes pornográficas [usualmente de las personas que los mandan] entre usuarios con teléfonos inteligentes"(Basulto, 2013), que se hace en la aplicación pues se pretende que las imágenes no se distribuyan, se transforma en actividad de riesgo, aun más que antes. No puedes darle nada a nadie, no sabes que pueden hacer con esas imágenes.
Por parte del gobierno, considero no hay demasiada participación. Su relevancia entra con los cargos relacionados con pornografía infantil. Sin embargo, es un hecho de que existe esta posibilidad, los datos están ahí. "[S]i el gobierno pidiera copias de las conversaciones, ya sea por medio de NSA o un proceso legas más formal, las compañías no tendrían más opción que cederlas" (Schneier, 2014).

Es por esto que digo que Snapchat puede ser estudiado como uno en la serie de fractales que conforma la estructura del Internet. Posiblemente no sea el único, el primero, ni el último. Mas es cierto que es uno muy importante, y, considero, debe de verse de esa manera.

Bibliografía:

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